viernes, 18 de enero de 2008

Texto de apoyo al graffiti. Anabel...

Fruto de la ciudad viva y cambiante serán también todo tipo de inseguridades de sus gentes, habrá quien opine que ciertas cosas son adornos anecdóticos pero no han de convertirse en tradición, habrá quien piense que con tanta reforma y tanta farola modernista pueden acabar con la esencia de algo. Sin embargo yo pienso que la esencia de Granada es todo lo contrario.

Ahora se acentúa la alarma y las represalias contra el graffiti y sus consecuencias en el entorno, es de suponer que una actividad como esta que se ha desarrollado no sin grandes trabas y no sin gran renombre en las calles de Granada han alertado la atención de algunos que siguen temiendo por el desequilibrio urbano. Sin embargo es imposible abstraerse de los verdaderos motivos y la doble moral que puede despertar esta nueva persecución hacia el Graffiti, que guste o no, ya es tradición en Granada, y muchas de sus piezas descansan en la memoria de sus habitantes y las postales de los turistas.
Los argumentos pueden hallarse tanto en contra como a favor, el problema es que los usemos cambiados, así hablamos del deterioro de la ciudad y añadimos además nuestros complejos, con palabras tales como “acciones vandálicas” o “propensión a la marginalidad” pero realmente seguimos persiguiendo una realidad que no es otra que pintar y le otorgamos el grado de vandálico o marginal con esa misma persecución, mientras asumimos algunas de sus partes y disfrutamos del espectáculo.

El equilibrio ha de existir, eso nadie lo discute, ahora bien, en la calle, en el ámbito urbano somos bombardeados por un montón de imágenes que se desarrollan sin pedirnos permiso u opinión, que nos distraen y nos saturan. Algunas ya bien asumidas como la publicidad o las señalizaciones urbanas o los letreros de los comercios locales, algunas ya perennes como el mobiliario urbano o algunas transitorias como los carteles que anuncian eventos puntuales, sin embargo parece mucho más ilícito el mensaje si no descansa detrás de una compañía o una empresa, si el mensaje es individual y no pretende vendernos nada, ni indicar la ruta, nos ponemos algo nerviosos, pues es posible intervenir en la ciudad, debería ser un derecho, pero tenemos miedo de que se extienda. Así empiezan los argumentos que incluso hablan ya de la calidad de la obra como si eso importara, como si estuviésemos dispuestos a dar si quiera esa licencia o de repente todos fuéramos críticos de arte.

La problemática más delicada viene cuando hablamos en términos de propiedad, la pintura en la pared que no es de nadie, también es molesta, por este grado de clandestina que le hemos decidido dar.
Así cuando se desarrollan las obras de construcción y aparecen los muros de contención y de más, también nos quejamos de esta molestia, que muy posiblemente traerá detrás la satisfacción de la reforma, pero que en su inicio por ser un elemento provisional desconcierta. Después vendrá la mano del graffiti y lo integrará en el paisaje urbano, eso como poco, si no, al menos distraerá la mirada y crítica olvidándonos de la obra en construcción, cosa que convendrá al causante de la molesta reforma y en nada beneficiará al donante de la obra pictórica; que no solo nos regala su pieza aún sabiendo lo transitorio de la misma, sino que en nada le otorgaremos el beneficio de la duda.

Quizás el problema es que no pensamos dárselo, más allá de todo lo demás, más allá del problema de la propiedad, más allá de la calidad de la obra, más allá de satisfacer a muchos o como mínimo no hacer daño a nadie, quizás es que no hay una verdadera manera de convivir, pero mirando detenidamente esta ciudad que nos ocupa, perdónenme que lo dude mucho.

3 comentarios:

Cristina Quiles dijo...

Hola artista! Yo hace tiempo que viví en Granada y la verdad es que no la recordaía sin sus graffitis, y aún menos sin tus graffitis. Aún ahora cuando voy temo pasar delante de alguno y que lo hayan tapado o pintado encima... supongo que es inevitable ése carácter volátil y efímero que puede llegar a tener y que le aporta una tensión especial. La gente de la calle deberíamos reflexionar siempre ante cosas así, y algunos deberían darse cuenta que hacen más daño las palabras que la pintura, y algunos de los escritores de graffiti (seguramente los que no se merecen n esa categoría) debérían plantearse hasta qué punto os perjudican firmando "a lo cutrre" en paredes y persianas de los comercios y poniendo así a la sociedad en contra de un arte tan cercano a nuestro día a día que nos deberíamos sentir privilegiados.
Un saludo.

Tras dijo...

La convivencia es posible!! y muy pronto todos se daran cuenta

Grafiti4life!!;)

Mirian Gutiérrez Medina dijo...

Niño, toy tratando de localizarte para realizar un graffitti x fa llamame al 666225803.
Saludos,
Mirian